Permítete ser tú quien tome la última decisión

Aplicando el Pensamiento Crítico

 No se preocupen porque en algún momento la mente rechace una información nueva. Eso es absolutamente normal, eso no tiene ningún problema. Poco a poco vamos a ir verificando realidades a través de la experiencia personal y les pido que no me crean nada, porque si me llegan a creer se llenarán de más creencias. Solamente verifiquen el orden del Universo a través de sus acciones y de los resultados que obtiene con ellas. Entonces sabrán de qué estamos hablando.

Gerardo Schmedilng (1946-2004)

El pensamiento crítico frente a la influencia sutil

Creemos sentirnos libres; y lo hacemos porque pensamos, y estamos convencidos de ello, que casi y sólo casi somos los dueños de nuestro destino. Nuestros pensamientos son certeros porque así lo dicen nuestras creencias, y en base a ello, tomamos decisiones correctas votamos a nuestros políticos adecuados, seguimos a los líderes adecuados, frecuentamos los lugares adecuados, nos relacionamos con las personas adecuadas, vestimos de la manera adecuada…siempre porque, estamos convencidos de ello, somos libres de tomar nuestras propias decisiones.

Y así nos reafirmarnos a través  de lo que nos dicen insistentemente, bombardeándonos constantemente tanto con mensajes desde ese mundo virtual en el que vivimos día a día incluso más que en este mundo terrenal en el que habitamos y que, a veces parece carecer de importancia mientras la realidad que nos creamos nos acomode de mejor manera como desde medios que manejan ese gran poder social [1] desde el cual, de manera interesada, nos convencen de que el poder es sólo y únicamente nuestro.

No necesitamos pensar

Y es así de fácil. Alguien nos dice, de la manera más sutil, lo que tenemos que pensar y nosotros así lo pensamos obedientes sin pararnos a pensar, simplemente porque eso es lo correcto así no nos lo dicen y así lo creemos. No necesitamos pensar.

Así todo es más más sencillo. Si alguien piensa por nosotros, todo será mucho más simple, porque de esta manera, bastará con que aceptemos como propios,  pensamientos que otros diseñaron y que nos prometen una fantasiosa felicidad en un mundo distópico pero ideal.

Y en función de esas creencias instaladas que hacemos propias, pensamos que la vida es nuestra y que, por ello, tenemos capacidad de elegir cuando ya alguien eligió por nosotros―. Y así no nos lo dicen y así lo creemos.  Todo, o casi sólo casi― parte de la cuestión de, supuestamente, haber elegido desde nuestra libertad y, de esta forma, nos contamos, creemos y situamos como protas de la peli con final feliz muy seriamente en ese protagonismo que supone el elegir «libremente» una forma de vivir, nuestra adecuada forma de vivir desde lo políticamente correcto.

Elegimos y así lo creemos a fe ciega; y lo hacemos desde la mayor ignorancia  porque elegimos sin pensar sin darnos cuenta de esa enorme y limitante influencia generada por enormes y egoístas intereses de quienes crean el problema para luego ofrecernos la deseada solución, y lo hacemos creyéndonos libres porque pensamos y estamos convencidos que casi y sólo casi somos los dueños de nuestra vida y destino, a través de una prestada libertad que nos ciega para que sólo reconozcamos esa envoltura que enmascara y encarcela nuestra verdadera libertad.

Somos inducidos muy sutilmente, siempre y en todo momento, para adoptar «libremente» todas y cada una de esas decisiones. Eso es parte de la historia de la humanidad: el dominante sea este quien sea, que muchos hay «mostrando bondades» sobre el dominado para que este siga siéndolo sin cuestionar.

Y nos creemos felices porque nos creemos y sentimos segurosporque nos parece maravillosa nuestra regalada libertad, esa que aceptamos sin rechistar ni cuestionar porque desde «quien nos cuida y protege»― así se nos ha hecho creer que en este mundo, en esta vida, la felicidad es eso y que las dificultades que nos podamos encontrar, no son más que daños colaterales que hay que aceptar; un tributo a pagar por tanto y generosamente como se nos entrega. Y eso es lo que hay. Y no hay más cuestión. Y entonces,  ¿para qué ir más allá? Y, de este modo, pues es lo más cómodo, también decidimos olvidarnos de pensar.

El olvidado pensamiento crítico

Y porque dejamos de pensar, nos olvidamos de aquel «pensamiento crítico», y surgieron por doquier los tan habituales como ya familiares fake news, estos que nos facilitan la vida y nos ahorran tiempo y esfuerzo a la hora de instalar pensamientos y creencias. Ya hay quién piensa por nosotros. Así pues, ¿para qué tienes que pensar si ya te lo dan pensado?

Pero si hay algo que el que esto escribe tiene meridianamente claro es que si han llegado hasta el lector estas líneas, será «no por casualidad».

Por todo ello, y se lo aseguro, nunca desde aquí se pretenderá convencerle de nada. Leerá hasta donde le parezca leer, y volverá por este lugar, siempre que le apetezca, si le apetece, y si algo de lo que aquí se muestra le lleva a ese «clic» que le lleve, al menos, a cuestionar lo «establecido», la misión estará cumplida.

Y así pues, muy al contrario, le digo: no crea nada de lo que aquí le pueda contar. No tiene por qué hacerlo y así le ruego que no lo haga; al menos hasta que no sea usted quien verifique debidamente la información que desde aquí le ofrezco; una información que forma parte de mi verdad, pero sólo de la mía, y que sólo en el momento que decida, si lo decide, un trocito de ella podría pasar a formar parte, quizá, de la suya.

Y si deciden mantener su verdad cuestión que será absolutamente respetable y respetada que sea realmente por decisión propia y no bajo ninguna manipulación externa de la que siquiera acertamos a percibir.

 

La Verdad os hará libres», dijo el evangelista, y mientras no alcancemos esa verdad, a través del razonamiento, la comprensión y la verificación de los resultados, no será nuestra la verdadera libertad de decidir sobre nuestras vidas. Sólo es cuestión de pararse a pensar.

«La única cosa que no se puede quitar a un hombre es su última libertad: elegir su propia actitud ante cualquier situación».

Viktor Frankl (1905- 1997)

Tal vez aún no lo sepa, pero su vida es una vida de aprendizaje sin fin, y ello en sus manos está. Y dependiendo de hacia dónde se incline, posiblemente, se abran tantas alternativas como realidades necesite crear.

Sólo usted tiene el poder, con su actitud y su pensar, de alcanzar la libertad. Si decide abrir su mente tanto a una como a infinitas, nuevas posibilidades que se presenten ante usted como nuevos paradigmas, nadie le podrá arrebatar la libertad de pensar, verificar, comprobar los resultados y, por supuesto, decidir.

Pero, insisto una vez más, por favor, no crea nada de lo que aquí le digo. Antes, verifíquelo, porque ¿y si hubiera en lo expuesto algo de verdad?

Al fin y al cabo, siempre será usted quien podrá tomar la última decisión y, a la vez y por supuesto, responsabilizarse de ella.

 

Pedro Atienza
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