
Cuando se comienza alguna tarea en la vida, por simple que esta pudiera ser, lo deseable es que siempre, siempre, por liviana e insignificante que nos pudiera parecer, siempre, siempre fuera realizada con plena consciencia. Y así debería suceder, sobre todo porque desde esa consciencia conseguiríamos averiguar ese desde dónde se hace y así, de este modo, dotar a la acción de un auténtico fin, de un verdadero sentido; de ese sentido que da vida.
Siempre había tenido la sensación de que mi vida, tal como la viví, era una historia sin principio ni final. Me sentía como un fragmento histórico, un paisaje aislado, al que no precede ni sigue ningún texto. Podía imaginar perfectamente que tal vez había vivido en siglos y me había hecho preguntas que todavía no era capaz de responder; que tenía que volver a nacer porque no había cumplido la tarea que se me había asignado”
Carl Jun
Ya cumplí los sesenta años y ya lejos quedaron aquellos tiempos en los que yo me creí lo que nunca fui.
Durante mucho tiempo esperé cosas. Y todo el tiempo de esa larga espera, se convirtió en tiempo perdido. No había sentido y se quedaron en sueños… sin sentido.
Y luego, un día ―y la vida te pone― comenzó ese lento y doloroso despertar. Ver quién eres y reconocerte más allá de esa realidad en la que crees, esa en la que parece que te sostienes sorteando dificultades siendo, realmente, la que nos hace tambalear una y otra vez; ese saber quién eres tú… ciertamente no es nada fácil. Pero sólo desde ahí, sabiendo quién eres y dónde estás, es posible comenzar el verdadero camino.
Así pues, no es mi propósito desde esta bitácora, redactar ningún manual para el buen despertar.
Sólo despierta aquel que de verdad quiere hacerlo; despertará quien esté preparado. Y desde ese despertar podrá encontrar el verdadero sentido.
Yo desde aquí sólo podré acompañarte, si así lo deseas, compartiendo, desde mis experiencias, mi pequeña verdad ―que sólo será la mía―, y de esta forma podrás elegir siempre tu camino ―que sólo será tuyo―. Un camino no fácil pero, te aseguro, tarde o temprano, te resistas más o menos, mirando a la vida fijamente a los ojos, no tendrás más remedio que atravesar.
Sólo tenemos un motivo: crecer hasta el infinito. Y la infinita vida no te dejará sólo.

