Más allá del diagnóstico. El lenguaje del dolor psíquico.

“No estás roto. Estás siendo esculpido desde dentro.”

No olvido —no podría olvidarlo nunca— que habitamos en este mundo donde cada día tenemos que lidiar con las dolorosas vicisitudes propias de esta sociedad. Una sociedad, una época donde, paradójicamente, nunca antes el ser humano tuvo tanto acceso a la información, la conexión, el confort y —aparentemente— el bienestar y, sin embargo, y a un mismo tiempo, donde tampoco nunca antes tantas almas se sintieron tan perdidas, solas y desbordadas emocionalmente.

Según la OMScasi mil millones de personas en el mundo padecen hoy algún tipo de trastorno mental. En España, uno de cada tres adultos sufre un problema de salud emocional. Y lo más grave, y lo peor: muchos lo viven en silencio, con vergüenza, sin recursos ni acompañamiento.

Pero esto no son sólo cifras. Detrás de cada número, hay historias —desgarradoras—. Detrás, hay personas reales con las que cada día nos cruzamos cada día por la calle, con nombre y apellidos. Y quizá tú, lector, quién sabe, seas una de ellas.

Quien esto escribe, acudió por primera vez a una consulta psiquiátrica poco después de cumplir los treinta años, y ha pasado otros tantos con ansiolíticos siempre en los bolsillos, con somníferos encima de la mesita de noche, con antidepresivos de toma diaria. Y habla desde el conocimiento vivido, no contado.

He visto, como tantos, el rostro del sufrimiento emocional. Lo he sentido en mí y en quienes me rodean. Y aún hoy, el que les habla de presencia, de transcendencia, del alma, sigue acudiendo a sesiones de terapia emocional. ¿Cómo pues iba a olvidarlo?

Cuando el dolor emocional se vuelve cotidiano

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Ansiedad que aprieta el pecho. Tristeza que ahoga. Miedo que paraliza. Insomnio que desgasta. Soledades ruidosas. Duelos que consumen.

Y hoy sé con certeza, que estos síntomas no son señales de debilidad. Son gritos del alma. Gritos que claman que la escuchemos en medio del ruido y del caos.

No podría negar nunca los grandes avances que la medicina y la psicología convencional han hecho para aliviar estos sufrimientos. Y sin embargo, algo falla. Mucho falta.

Y hay algo que suele quedar fuera de la consulta clínica: la dimensión espiritual del dolor.

Falta algo fundamental que no se mide con escalas clínicas ni se receta en pastillas. Falta una mirada que contemple al ser humano en su totalidadreconociendo no solo su mente y su cuerpo, sino también su alma en una única totalidad.

Una nueva forma de mirar

Y es que la integración de lo terrenal y lo trascendente es, justamente, uno de los desafíos más nobles de la Inteligencia Emocional Transpersonal.

Desde la perspectiva de la Inteligencia Emocional Transpersonal, el sufrimiento emocional no es simplemente un error bioquímico o un fallo en el sistema psicológico. Es algo que va más allá. Es, en muchos casos, una invitación al despertar.

“Cuando el alma quiere crecer, la mente primero se resiste. Y esa resistencia se llama sufrimiento.”

Por supuesto que no se trata de intentar romantizar el dolor —no se puede banalizar con este asunto— sino de comprender su mensaje profundo. ¿Qué está pidiendo ser visto? ¿Qué parte de ti ha quedado atrás? ¿Qué emoción ha sido negada tanto tiempo que ya hoy no puede callar?

Lo que las cifras nos dicen

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En España, el consumo de antidepresivos y ansiolíticos ha aumentado un 20% en la última década. El suicidio es la primera causa de muerte no natural en jóvenes entre 15 y 29 años. Y el 50% de los mayores de 85 años sufre algún tipo de trastorno emocional, muchas veces estigmatizados y abandonados en su soledad y silencio.

Estos números son un grito colectivoUna señal de que algo en nuestra forma de vivir no está bien y no está funcionando. Pero también pueden ser el umbral hacia una forma nueva de estar en el mundo: más consciente, más conectada, más compasiva.

Un lugar para sanar

Esta bitácora nunca pretenderá dar diagnósticos ni sustituir la ayuda profesional. Pero sí aspira a ser un espacio de acogida para quienes se sienten heridos, confundidos, cansados, perdidos. Sí aspira a ser un refugio donde una herida tenga voz, y un camino, su faro. Desde aquí se hablará de emociones, pero también de sentido. De diagnósticos, pero también de propósitos. De heridas, pero también de caminos.

Porque si estás leyendo esto, quizá ya estés iniciando un viaje. El más importante de todos: el que posiblemente te devuelva a ti mismo.

La enfermedad emocional no es una derrota. Es un lenguaje del alma. Y si aprendemos a escucharlo, podremos transformar la herida en sendero, y el dolor en llamada. Porque hablar de enfermedad emocional también es hablar de humanidad, de despertar y de evolución.

Desde aquí, seguiremos explorando cómo cultivar una inteligencia emocional que no solo alivie los síntomas, sino que nos ilumine el alma de manera sanadora.

Nadie dijo que fuera a ser fácil. La experiencia del autor lo confirma. Pero sí merecerá la pena afrontar ese camino.

Alguien me dijo una vez: ¡Hazlo! Y si te da miedo, ¡hazlo con miedo!

Para quien acompaña al que sufre

Para ti que convives con una persona que sufre ansiedad, depresión, ataques de pánico, adicciones, crisis de sentido. Para ti, que muchas veces no sabes qué decir, o que ya lo has dicho todo. Para ti, que amas y te duele, y a veces te cansas, te frustras, o incluso te sientes culpable.

Déjame decirte algo, con humildad y respeto, desde el alma:

No es tu responsabilidad sanar al otro. Pero tu presencia —aunque sea en el silencio— es medicina.

Desde la perspectiva en la que hoy hablo, la salud emocional no es una tarea individual: es una danza de vínculos. Y cuando uno cae, el otro puede sostener. Pero para sostener de verdad, también hay que aprender a no fundirse con el dolor del otro, a cuidar tus límites, tu energía, tu esperanza.

Y si alguna vez te sientes perdido, recuerda esto:

La compasión es el arte de estar con el otro sin desaparecer de uno mismo.

Gracias por tu amor, por tu humanidad, por tu presencia. También tú formas parte de este camino de sanación.

Pedro-Atienza-INTELIGENCIA-EMOCIONAL-TRANSPERSONAL Más allá del diagnóstico. El lenguaje del dolor psíquico.
escritos@pedroatienza.es
img_5232-1 Más allá del diagnóstico. El lenguaje del dolor psíquico.

«Porque quizá —como tú, como yo— hay muchos que no buscan teorías, sino una manera más humana, más honda y verdadera de estar en el mundo. Y tal vez, solo tal vez, al aprender a sentir de verdad, comencemos a recordar quiénes somos»

Pedro Atienza

Inteligencia Emocional Transpersonal


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