“No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual. Somos seres espirituales teniendo una experiencia humana.”
En pleno corazón del siglo XX, cuando la psicología moderna parecía haber alcanzado sus límites —entre explicaciones conductistas, freudianas y visión humanista en el desarrollo personal— algo ancestral volvía a abrirse paso en la conciencia colectiva: la necesidad de integrar el alma en el auténtico proceso terapéutico.
De este modo nace la Psicología Transpersonal, conocida como la “cuarta fuerza” de la psicología —según el término acuñado por Abraham Maslow—, no como una moda esotérica ni como una rebelión contra la ciencia, sino como una ampliación del paradigma, una respuesta a la necesidad de ir más allá del ego y de los condicionamientos psicológicos. Una urgencia a mirar no únicamente hacia los traumas del pasado, sino hacia la llamada del alma hacia la trascendencia.
Entre el Cielo y la Tierra: Historia y Fundamento
La Psicología Transpersonal comenzó a tomar forma en los años sesenta y setenta, en un contexto donde las inquietudes espirituales —bajo la inspiración de la tradición oriental— resurgían con fuerza en occidente, como búsqueda y sentido a las eternas preguntas de la existencia.
Entre los fundadores de esta corriente están Stanislav Grof, pionero en la exploración de los estados ampliados de conciencia a través del LSD y la respiración holotrópica, y Roberto Assagioli, quien con su Psicosíntesis ya había anticipado la necesidad de unir lo psicológico con lo espiritual.
Otro referente imprescindible es Ken Wilber, quien aporta una visión evolutiva e integral del ser humano y de la conciencia. Wilber afirma que la Psicología Transpersonal debe incluir tanto la vía trascendente (el viaje hacia lo que está más allá del ego y del mundo) como la vía inmanente (el reconocimiento de lo sagrado en cada instante, en cada cuerpo, en cada emoción). La verdadera sabiduría —nos dice Wiber— es aquella que reconoce que lo Absoluto se expresa en lo relativo.
“La sabiduría perenne enseña que la realidad tiene varios niveles: físico, emocional, mental, espiritual. Y que el ser humano puede y debe evolucionar hacia una conciencia que los integre a todos.”
— Ken Wilber

Más Allá de la Patología: El Alma como Proceso
Desde esta mirada, el ser humano no es una máquina, ni solo un organismo biológico, ni una suma de aprendizajes o traumas. El ser humano es mucho más, un alma en proceso de continua evolución, un campo de conciencia en expansión, con múltiples cuerpos (físico, emocional, mental, espiritual) y múltiples niveles de identidad y de conciencia. La psicología transpersonal no niega los aportes del psicoanálisis o la psicología humanista, pero se atreve a ir mucho más allá: se pregunta por el sentido, por el propósito, por la totalidad.
“Las crisis emocionales profundas no son necesariamente patologías, sino a menudo signos de un proceso de emergencia espiritual mal comprendido.”
— Stanislav Grof
Aquí es donde entra con fuerza la perspectiva de Gerardo Schmedling, cuya Escuela de Magia del Amor propone una visión profundamente coherente con la transpersonalidad.
Según Schmedling, la evolución del alma se da a través del aprendizaje consciente del orden del universo y sus leyes eternas. La enfermedad, el conflicto y el dolor no son enemigos a eliminar, sino mensajeros que señalan aprendizajes pendientes. Lo que desde la visión clásica se nombra como “trastorno”, desde esta mirada puede ser comprendido como una necesaria ruptura en la vieja identidad egoica, para emerger nuevamente en una nueva conciencia.
Psicología del Mestizaje: Ciencia, Espíritu y Experiencia
La Psicología Transpersonal no es una doctrina hermética. Es un desarrollado mestizaje entre saberes antiguos y descubrimientos contemporáneos, entre filosofía oriental y ciencia occidental. Integra prácticas como el mindfulness, el trabajo con el cuerpo, los estados de conciencia no ordinarios, la meditación, el arte simbólico, la respiración consciente, entre otros.
No toda práctica que se autodenomina transpersonal honra realmente la profundidad de este enfoque. En tiempos donde lo espiritual se convierte en tendencia, urge distinguir entre el marketing del alma y el trabajo genuino de integración y transformación.
La Psicología Transpersonal no rechaza la mente racional —no es ese su propósito— sino que la integra dentro de una visión más amplia, donde el cuerpo, el alma, las emociones y la dimensión espiritual convergen en una unidad viva y en constante evolución.
El principio clave reside en la multidimensionalidad del ser humano. Somos cuerpo y somos mente, pero también somos espíritu. Somos campo energético, memoria ancestral, red interconectada con el Todo. La física cuántica, con su visión de la realidad como campo unificado e interdependiente, respalda este paradigma de unidad donde el observador transforma lo observado. El paradigma clásico de la separación da paso a una comprensión de la conciencia como matriz activa del universo.
“El Todo está en cada parte, y cada parte está conectada con el Todo.”
— Principio holístico inspirado en David Bohm y la tradición hermética
¿Por qué la Psicología Transpersonal hoy?
Porque necesitamos una psicología del alma, que no se limite a diagnosticar y etiquetar, sino que acompañe los procesos de transformación. Una psicología que no medicalice el dolor del despertar, sino que sepa reconocer en él el umbral de lo sagrado. Porque la humanidad no sufre solo por sus traumas, sino por haber olvidado quién es.
La Psicología Transpersonal —y de lo que ella se desprende y desarrolla— no promete salvaciones rápidas, pero ofrece caminos. Sendas hacia la presencia, hacia el centro, hacia el silencio, hacia el amor no condicionado, hacia una comprensión más amplia de lo que somos en realidad.
Y lo hace con humildad, reconociendo que lo espiritual no se puede imponer ni explicar del todo, pero sí vivir, acompañar, evocar. Porque…
“La verdad no se enseña, se muestra. Y sólo la experiencia permite comprenderla.”
— Gerardo Schmedling

- Frase atribuida a Pierre Teilhard de Chardin, aunque su formulación exacta no aparece en sus obras publicadas. ↩︎
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